TEÍSMO, ATEÍSMO Y PROBLEMAS PERSONALES

Publicado el 1 de marzo de 2024, 15:58

Los problemas de la vida vienen desde muchos frentes: familia, trabajo, estudios, pareja... Todos ellos son temas constantes dentro de la mente de las personas, yo mismo suelo experimentarlos. No sería sincero si no dijera que en varias etapas de mi vida la ansiedad ha inundado las cabidades de mi alma, pero es por esa misma razón por lo que me parece conveniente explicar mi experiencia en las mismas y exponer un pensamiento llena de paz mi espíritu.

 

La existencia de Dios es una cuestión recurrente en las vidas de las personas, su posibilidad nos llena de esperanza a la hora de contemplar la muerte, que está presente en nuestro día a día: enfermedades, accidentes, catástrofes... El cese de la animación del cuerpo puede ser vista como una realidad aterradora, pero dicha realidad puede tener ventajas a la hora de valorar los problemas de la vida. Estos poseen continuidad únicamente en nuestras vidas, la mayoría de ellos tienen solución en la misma, pero otros van a estar permanentemente en nuestra existencia. Independientemente del tipo de problemas que uno tenga, yo siempre llego a la conclusión de la irracionalidad de preocuparse por los mismos Y TAN TONTO SOY QUE ME SIGO PREOCUPANDO TANTAS VECES.

 

A esta conclusión llego por dos vías. Si bien creo en Dios, la fe no deja de ser un salto a un vacío desconocido; la posibilidad del ateísmo es real, sin embargo, la conclusión a la que llego ahora mismo es que un teísmo es más razonable que una alternativa naturalista del mundo. Por ello la primera vía que uso es contemplar la finitud de la vida y admiro con esperanzas la venida del Reino de Dios, un principado eterno de un valor de la misma magnitud. Mis problemas, sin embargo, cesarán con la llegada de la Monarquía divina; mi existencia será infinita: ¿por qué agobiarme con los problemas temporales de este mundo?

 

Pero, ¿y si Dios no existe? Entonces los valores tampoco, las realidades valorativas no son objetivas, no son descifrables, en definitiva, no existen pues no hay un legislador único y universal de las mismas; son construcciones sociales de carácter contingente, no existe de por sí una mala o buena acción, un fracaso o un éxito, los actos son solo una realidad material que no son susceptibles de valoraciones racionales, pues no existe un criterio epistémico válido en el que basarse. Dicha inexistencia de lo divino también sugiere una realidad, que somos materia que se descompone y no podemos hacer nada por evitarlo, llegará el no ser y la vida que hallamos tenido habrá tenido sentido, cayendo el ateísmo en un absurdismo. Por ello, por qué preocuparse por algo que no puede ser preocupante en sí. La vida tiene el sentido que tú le des, y ese sentido puedes cambiarlo, por la contingencia de la moral y de lo que una buena vida es.


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